“Debemos modificar nuestro chip de educadores”

Con una mirada puesta en el futuro de la educación, el asesor, consultor y experto en innovación y gestión educativa, Juan María Segura comparte su análisis del avance de la tecnología en el aula, la adaptación de la escuela frente a la nueva era y cómo podemos acompañar a nuestros hijos frente a la modernidad. 

Gracias a su extensa y rica trayectoria profesional, que combina posiciones directivas en proyectos e instituciones de educación con una sólida formación académica y práctica de aula, Juan María Segura afirma que hoy el mayor reto al que debe enfrentarse el sistema educativo, el más estratégico, es cultural, es volver a ser reconocido por la ciudadanía como un diseño virtuoso e imprescindible para la sociedad. “Que la escuela vuelva a generar confianza y adhesión, que el docente vuelva a generar respeto y admiración, que la universidad vuelva a ser una medida de excelencia y un modelo de exigencia”, sostiene. Diseñar un nuevo sistema de instituciones, actores y prácticas al servicio de una nueva forma de aprender, junto a la sociedad como un agente clave en este proceso debería ser la consigna, según Segura, reclamando sostenidamente una reforma en tal dirección. 

—Hoy, en tiempos de inmediatez, con el conocimiento al alcance de la mano gracias a la internet ¿cómo puede acompañar la escuela a la nueva generación?

—Desarrollando la capacidad de análisis crítico y de reflexión en su alumnado. La escuela histórica, contenidista y fraccionada en “silos curriculares”, ya no es necesaria ni suficiente. YouTube posee más de 50 millones de canales de contenido, y los jóvenes pasan 7,5 horas promedio por día conectados a internet. Además, tres de las primeras cinco razones de acceso global a internet son para informarse, estar actualizados y aprender cómo hacer las cosas. Y, como si fuera poco, apareció Chat GPT, una herramienta de inteligencia artificial brutalmente sencilla de utilizar que, en solo cinco días alcanzó a su primer millón de usuarios, poniendo en jaque muchas profesiones. Frente a este nuevo mundo, la escuela tiene la gran oportunidad de convertirse en un centro de pensamiento, debate y reflexión.

—¿Qué debería tener una institución para confirmar “calidad  educativa” a sus alumnos, nativos digitales?

—Las instituciones educativas siempre han hablado a través de la calidad de sus graduados, y esto no debería modificarse. Los graduados escolares que son admitidos a las instituciones de educación superior más exigentes, que obtienen las becas de estudio más importantes, que acceden a las carreras más demandadas y que llegan a las instancias finales de los concursos internacionales más competitivos, son testimonios fiables de una escuela exigente y de calidad. Y lo mismo ocurre entre el egresado universitario y el mundo del trabajo. Dime cómo te reciben en la nueva instancia, y te diré cómo fue tu proceso educativo anterior.

Muchas veces padres y maestros avanzan un paso atrás de hijos o alumnos, en materia tecnológica y social, incluso hablando un idioma diferente. ¿Cómo podemos ir a la par, con el fin de protegerlos y acompañarlos?

—Primero, abandonando la falsa idea de que ellos están “enfermos y adictos”, y nosotros sanos y cuerdos. El mundo cambió para todos, así que sus “pecados” son los nuestros. Segundo, amigándonos con la idea de aprender, de volver a ser aprendices activos y curiosos. Y tercero, desterrando la idea de que algún día llegaremos a comprender todo lo que pasa, a estar “actualizados” y listos para asistir a otros. En la era de la exponencialidad, todo nos sobrepasa, principio que también aplica al entendimiento de las nuevas tecnologías. El conocimiento nunca es completo, pues el mundo sigue produciendo, experimentando, iterando y creando a un ritmo vertiginoso sin precedentes. Por lo tanto, nunca estaremos listos para asistir a otros de la vieja manera, que era sabiéndolo todo antes. Entonces, solo queda aprender con ellos, acompañándolos y haciéndoles más inteligible el proceso de maduración. Debemos modificar nuestro chip de educadores.

—¿De qué forma podría ayudarnos el avance de la neurociencia en este camino?

—La ciencia del cerebro ilumina la forma en la cual procesamos y almacenamos información, sentimos y percibimos nuestro entorno. Es un entendimiento novedoso en términos históricos, y en algunos casos desarticula o desafía algunas falsas creencias sobre las que se había construido el proceso educativo. El aprendizaje finalmente posee bases científicas sólidas relacionadas con la atención, el compromiso activo, el feedback o retroalimentación y la consolidación. El sistema educativo entero deberá ser rediseñado siguiendo los trabajos y las ideas de D. Dennett, S. Dehaene, S. Kosslyn y neurocientíficos equivalentes.

—Frente a una sociedad hiperconectada y descentralizada a nivel global, ¿es posible incentivar a la nueva generación para actuar frente a las problemáticas locales o causas sociales y así ser agentes del cambio?

—No es necesario incentivarlos, pues ¡ya lo están! Las nuevas generaciones ven al mundo como a una gran aldea global, enlazada en una gran matriz interdependiente, que es factible de operar. Todo lo que ocurre, ocurre cerca, aún el evento más lejano, y todo puede ser incidido, intervenido, cuestionado. Los jóvenes poseen una gran sensibilidad con el padecimiento de las minorías, son activos en todas las causas que afectan al planeta, y no dudan a la hora de dedicar tiempo a causas sociales o intelecto a emprendimientos globales. Es habitual ver movimientos mundiales liderados por jóvenes (Greta Thunberg), o ver a jóvenes ocupando posiciones de poder en estructuras organizacionales que históricamente estuvieron reservadas para los añosos expertos y experimentados (Omar Al Olama, nombrado ministro de inteligencia artificial de los Emiratos Árabes Unidos a las 27 años). 

—¿Cómo se imagina el futuro en materia educativa?

—Imagino un largo, trabajoso, conflictuado y desparejo procesos de transición en los países. La época, a la larga, impondrá sus condiciones de contemporaneidad, y las instituciones deberán acompañar. La escuela y la universidad deberán hacer su proceso de adecuación, y lo mismo ocurrirá con docentes, profesores, pedagogos, curricularistas y diseñadores de políticas públicas educativas. Será crucial identificar y observar aquellos lugares que estén a la vanguardia del cambio, en donde se innove más rápido y se experimente con mayor entusiasmo, pues de ellos se podrán aprender muchas cosas. Si logramos acordar ideas originales sin dejarnos presionar por los nostálgicos y los grupos de intereses, y logramos construir alianzas novedosas evitando la intervención de los cizañeros de turno, entonces tenemos un gran futuro por delante. Veo el futuro con un gran optimismo.

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